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La dedicación de Jeremy Dickinson en la meticulosa reproducción de toda clase de vehículos sobre tela, revela su pasión por los medios de transporte: autos, ómnibus, camiones, grúas, contenedores. Dickinson demuestra la misma efervescencia y la misma devoción frente a estos automóviles en miniatura que cuando era niño. El artista busca revelar los detalles de la realidad hasta restituir sus colores de origen, como si quisiera acercarse lo más posible a una imagen fotográfica. Los fondos de cada una de sus telas, generalmente grises o blancos, a veces de color pastel, impiden toda relación de escala y ocultan la identidad del modelo. A primera vista las pinturas de Dickinson son una representación fiel de la realidad, pero el ojo atento del coleccionista de modelos miniatura se dará cuenta que se trata de juguetes retratados.
Ephemera, el título de la exposición, nos remite a la corta duración de la vida de los juguetes –objetos populares que no fueron concebidos para durar- y también al conjunto de elementos representados en sus cuadros, tales como revistas, fotos y cajas.
Algunas pinturas permanecen fieles a la tradición de la naturaleza muerta y estudian los vehículos desgastados y abollados, el objeto siempre ubicado al centro de la tela. Las pinturas más recientes introducen el movimiento en complejas puestas en escena que los niños ponen en marcha durante sus juegos. Los encuadres sugieren frecuentemente un fuera de campo. Otros lienzos, representan pilas de autos, de manera que forman una especie de tótems de pie en un equilibrio poco probable. Algunos otros introducen nuevos fragmentos de paisaje, cajas de cartón, bloques de plastilina, juegos de cartas, todo tipo de decorados provenientes de los dormitorios de los niños. Jeremy Dickinson elige como ángulo la representación de un mundo que dejó de pertenecerle, mezclando la espontaneidad de la infancia con el rigor y la distancia del adulto.
